Exit

26 Abr Exit

Éxito

Al tran tran, pero seguimos en marcha y cada parada se convierte en una aventura llena de extrañas coincidencias, de astros que se encienden y se apagan, de lluvias y tormentas, de gentes nuevas e irrepetibles. Será la fuerza de Lorca? ¿Esa fuerza que dicen tenía para la vida, para las relaciones, para sintonizar las energías? «El esquema perfecto de sus órbitas»

Tiene mucho que ver el salir de los circuitos habituales, donde la ‘profesionalización’ y la fuerza reivindicativa o las paradojas laborales nos colocan a todos en una desconfianza previa y que inhibe cualquier sorpresa. Es decir; «dar pasoza» ese simple gesto de lo humano. Hemos tenido experiencias muy hermosas con los trabajadores de algunos teatros, en general pequeños, o de presupuesto bajo o de mayor acercamiento al hecho teatral. Una constructiva ingenuidad. 
Entiendan, queridos tres o cuatro, lo difícil que es para mí resumir objetivamente esta sensación. Los derechos de los demás han de ser respetados por encima de cualquier interés particular y nosotros somos una compañía particular, como cualquier otra, nuestra simplificación de trastos y montaje no nos exculpa. Somos una empresa. Llegamos, cobramos por un trabajo y nos vamos fuera. Exit. O, mejor dicho, llegamos, hacemos un trabajo, nos vamos y en unos meses, si todo sale bien, cobramos. Pero llegar y sentir que entras en la casa de otro, que te dicen dónde está esto y adaptarte rápidamente al edificio… Hay veces que esta rutina normaliza una sensación de estar fuera, de no pertenencia. Una sensación antipática, agridulce diría yo, sentir que sólo eres uno más de los muchos que llegan a diario. 
En mis cortos viajes por el mundo, (me leo y parezco un documental de La 2) he descubierto cómo la cultura árabe tiene en su haber el ser los mejores anfitriones del mundo. 
Hoy quiero hablar de Paterna. Allí nos recibió una tormenta que amenazaba el orden mundial. Cuando el agua llega hasta la perta del coche y baja por las calles como alma que lleva el diablo, cuando la cortina de agua no te deja ver el bosque y el TonTón sigue diciendo que continúes por el río que baja, entonces te olvidas por un instante de que el coronavirus es el principal problema. Prácticamente la mitad del viaje la hicimos entre dos enormes camiones. Y donde te dice la voz serena de Google que has llegado resulta que es una laguna infranqueable.
Los teatros tienen tantas puertas que encontrar el lugar de entrada es como salir del Laberinto de Creta. Nadie en la puerta, no sabíamos que hacer. Agua y granizo. Temíamos que el remolque se inundase con todos los objetos que lleva dentro. Por si fuera poco, vejigas hinchadas y todo cerrado por la covid. La premura, siempre la premura. Había que llegar para empezar a montar o no levantaríamos el telón a las ocho y media. ¿Pero quién va a venir hoy al teatro? Bajamos pie al agua, empapados. ¿Dónde estará la puerta? Emi ve el pasadizo de entrada. Perfecto, nos metemos. Intento meter el remolque marcha a otras, no era fácil, la estrechez ponía las cosas difíciles y los cristales empañados más aún. Para atrás, para atrás, para adelante, para atrás… Entra el carro, pero el coche recibe una granizada de canicas de hielo descomunal. La humedad de la ropa empieza a ser un riesgo, ponerse malo es un desastre en tiempos de covid. No nos lo podemos permitir. «Somos autónomos». Por otro lado, ver ese espectáculo del cielo es inspirador y conecta con el tuétano de Lorca, aunque más remedaba al Lear, en todo caso, no deja de ser un bello espectáculo. 
Por fin el ciclón se calma y viene alguien del teatro y nos pide perdón por no estar con nosotros a la llegada; el teatro tiene también su gotera, nadie se escapa al desastre. Todos achicando agua y secándonos con secadores de mano hasta que nos pusimos a trabajar. 
No sé si en ese momento de dificultad compartida es cuando se construye una amistad, aunque pasajera, aunque efímera, como es esta de los bolos, pero se construye, vaya si se construye.
!Qué gente más maravillosa! Tengo, que decirlo. Los trabajadores del teatro. Los de dentro y los de fuera. 
Los técnicos quisieron salir al escenario con su mesa, tiran dardos con flores desde su lugar apartado, cantan con nosotros, ríen con el publico, desde el escenario. El público y yo les dimos un aplauso, sus ojos desorbitados salían entre las mascarillas. Los tres. La regidora-directora-representante, también.
¡Encantadores! Nos sirvió para entender más este oficio y esta función, sobre todo, esta función, el espíritu de Federico García Lorca. La directora del teatro también apareció para agradecernos la visita, para animarnos con el entusiasmo de la dulce ilusión de hacer magia para el público, para agradecernos que llegásemos hasta allí con la que había caído.
 – Pero ¿va a venir alguien después de esto?, pregunto.

  • Esperemos que sí. (Risas)
    A las seis y media un trueno que salió de la tierra preludiaba otro pre-diluvio y el final de la partida. Se apagaron todas las luces pero «no se encendieron los grillos» y la mesa borro las memorias. Me dicen que había ya gente en la puerta esperando las entradas que quedan sin vender por internet. Salí a verlos. Me hablaron de las ganas de venir al teatro, contra viento y marea, enamorados de Lorca. ¿No es para estar encantado con esta aventura que tenemos?
    Yo confieso que nunca había vivido tan intensamente una experiencia de teatro. Y creo que no se repetirá. Creo que las circunstancias evidencian la necesidad que tenemos todos de fantasía, de relaciones, de libertad, y la cultura deviene como la más grande. En momentos de crisis nos entroncamos con lo más esencial. Así escribió nuestro poeta: tiempos de esencialidad. «Sabe que los senderos son todos imposibles, por eso, de noche, va por ellos en calma»
    ¡Qué cerca estamos de todos los peligros!, ¡Qué cerca estamos de la puerta de salida, de que todo cambie de un día para otro! Y de haber nacido en un entorno donde la belleza es posible, no esta erradicada del todo y tienes el acceso a la poesía, y sin red (es). Qué afortunados somos de ser lo que somos y que cerca de dejar de serlo, de la puerta de salida. 
    Exit. Éxito, estar fuera, ambas cosas juntas, con el culo al aire. Luchemos por lo que tenemos. Feliz día y al abrigo del éxito. Otro día habló de los técnicos acogedores Alcalá de Henares, o de los familiares amigos de Murcia. Buenos amigos que no necesitan repetir la palabra «compañero». Éxito compartido con ellos.
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